En la noche estrellada, un árbol de espejos sonreía en medio de la sala de mi casa paterna, lo había construido mamá muchos años atrás, cuando mi hermano y yo ya habíamos dejado el nido. En ese momento mamá se sintió triste y feliz al mismo tiempo porque sus hijos habían encontrado su camino, pero conforme el tiempo iba pasando la soledad pesaba cada día más.
Entonces un lunes como cualquier otro, en el que la monotonía era el pan de cada día, cansada de revisar sus redes sociales una y otra vez, de ver la telenovela y de leer un par de capítulos del libro de turno, se vio sentada mirando una pared vacía, que la deprimía y le gritaba hazme tuya, no soy de nadie, quiero que no me mires así, con esta tristeza en el alma. Y así sin más, mamá se decidió a hacer algo en aquella pared color beige, no sabía con certeza lo que sería, pero gracias a internet logró encontrar lo que su corazón necesitaba. Era un árbol de espejos, así decía la página de decoración que se llamaba este artilugio, era como un árbol genealógico elaborado en espejo y en cada rama había un portarretrato para poner la foto de cada miembro. Mamá lo pidió a aquella página de internet y se demoró como 30 días en llegar, durante este tiempo mamá se dedicó a buscar las fotos que pondría, se demoró una semana seleccionando 10 fotos y las mandó a imprimir en la mejor calidad posible, no escatimó en gastos. Finalmente, cuando el árbol llegó, mi hermano la ayudó en su instalación, se demoraron todo un día haciéndolo.
Mi esposo y yo fuimos a ver el famoso árbol de espejos, famoso porque mamá no dejaba de hablar de él, la verdad quedó espectacular, era muy brillante, le daba al apartamento una sensación de amplitud y pulcritud. Pero lo mejor eran las fotos que lo adornaban, eran tantos recuerdos en una sola pared, papá en su mejor época, el matrimonio de los abuelos, mi hermano y yo en nuestra primera comunión, mamá y papá en su luna de miel, mi graduación de la universidad, mi hermano en la Patagonia. Allí sentados frente al árbol de espejos recordando el pasado, le contamos a mamá que sería abuela y empezamos a prepararnos para el futuro.
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